Hace 30 o 40 años conseguir un empleo de calidad en Argentina implicaba un ingreso automático a la clase media. Con el correr de los años, eso además aseguraba ascender en la pirámide de ingresos para llegar a la edad de jubilarse con una base patrimonial a heredar a las generaciones posteriores. Eran frecuentes los casos de obreros industriales propietarios de un 0KM, o empleados de comercio propietarios de sus viviendas. A su vez, el sistema educativo del país permitía una rápida inserción laboral de los egresados. Con crisis y vaivenes eso se mantenía, pero hoy ya no.
En la actualidad, una familia tipo residente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) necesitó desde $ 198.120,91 hasta $ 633.986,91 en septiembre para ser considerada de clase media, un 6,4% más que el mes anterior, de acuerdo con los cálculos sobre el costo de vida realizados por el Gobierno porteño.
La primera esfera de análisis respecto del poder adquisitivo de un asalariado medido en bienes durables es la capacidad de acceso a un automóvil 0KM, plantea Patricio Temperley, economista senior del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa).
Particularmente en Argentina esta dimensión es de fundamental importancia, donde acceder a un 0km se constituye como un sinónimo de inicio en la escala de “ascenso social”.
Ahora bien, según datos de la Asociación de Concesionarios Automotores de la República Argentina (Acara), históricamente hicieron falta entre 10 y 14 salarios para adquirir un 0KM de entrada. Por la crisis actual este número se disparó a 43 salarios.
En pocos años prácticamente se cuadruplicó el esfuerzo que deben realizar los trabajadores para acceder a un automóvil.
Otra dimensión relevante, según el analista, es el acceso de las familias a la propiedad. En Argentina tiene la connotación de ser un rasgo fundamental en el “ascenso social”: si un auto significa el inicio, entonces una vivienda es la consolidación.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en 2004 había un 73% de familias propietarias. En este año, ese porcentaje descendió a 68%.
Esta diferencia puede parecer menor a simple vista, pero implica que, con tan solo haber mantenido el porcentaje de familias propietarias de 2004, hoy habría casi 500.000 familias que serían propietarias de sus viviendas y no lo son. Todo esto en un periodo de menos de 20 años.
La última arista trascendental para la clase media tiene que ver con la educación, observa Temperley. Si bien en Argentina creció la tasa de egreso al final del secundario, su desempeño en la región ha sido muy mediocre.
Según datos de UNESCO respecto de esa tasa, mientras que en 2000 la Argentina se encontraba octava de un total de 25 países de Latinoamérica y el Caribe, en 2018 descendió a la decimoquinta posición.
Así, al problema de bajos salarios para quien ya accede a un empleo, se agrega que hay un problema en la formación de las personas, lo que dificulta el acceso de los jóvenes al mercado laboral, dice el economista.
“Una economía como la de Argentina, con elevada inflación, con caída de la inversión privada y empleo, pocos estímulos para los emprendedores ha llevado a la clase media a convertirse en el nivel socioeconómico con mayor participación en nuestra estructura de ingresos a ser la franja más delgada y frágil del medio de la pirámide”, advierte Damián Di Pace, director de Focus Market.
Según el consultor, “el aspiracional de pasar de clase baja a media no es posible. Por el contrario, se han dado las condiciones para que sea inevitable que mucha clase media se conviertan progresivamente en clase baja”.
¿Qué se puede hacer?
Encarar un problema tan diverso como lo es el deterioro de la clase media no puede ser abordado de manera lineal con una única política, advierte, a su vez, Temperley, economista de Idesa. Es más bien un problema que requiere de una economía sana que funcione con un sector público ordenado. Temperley enumera el siguiente escenario para comenzar a corregir la situación socioeconómica de la franja social más tradicional.
• Hace falta como prerrequisito estabilizar la macroeconomía, y para ello es necesario resolver los profundos desequilibrios fiscales y el desorden de responsabilidades entre los diferentes niveles de gobierno.
• Pero si se quiere reconstituir una pujante clase media hay que capacitar a los jóvenes para que puedan acceder a un trabajo. Entre la población urbana argentina, la desocupación afecta al 14% dela población de hasta 29 años, dos puntos porcentuales más que el índice de jóvenes que buscan empleo y no lo consiguen. El desempleo juvenil prácticamente duplica a la tasa general.
• Por otro lado, se necesita favorecer la creación de empleo registrado. Consecuentemente, hay que avanzar en reformar la gestión educativa, orientando el sistema a la preparación de jóvenes con las capacidades necesarias para acceder al mercado laboral, y modernizar las instituciones laborales, que datan de hace más de 50 años y excluyen a cerca de la mitad de los trabajadores.
Un alivio fiscal: con el nuevo piso, 9.000 tucumanos dejarán de pagar el impuesto a las ganancias
El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció una nueva actualización del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias a $ 330.000, que comenzará a regir desde noviembre.
En Tucumán, el alivio fiscal alcanzará a 9.022 trabajadores, que dejarán de abonar el tributo gracias a esta decisión.
“El objetivo es defender el ingreso”, sentenció Massa. Esto se suma a los más de 30.000 asalariados de la cuarta categoría que habían quedado exento de abonar el impuesto en la anterior oportunidad, cuando el Gobierno retocó el mínimo no imponible.
En el régimen actual no se realizan retenciones cuando la remuneración bruta es inferior a los $ 280.792. Además, para evitar “saltos” en las escalas para el pago del impuesto hay una deducción especial incrementada cuando la remuneración es superior a $ 280.792 e inferior o igual a $ 324.182.